Ruta El Río de la Soledad

Información de Enrique del Rivero

En plena Sierra de la Demanda y a los pies del circo montañoso enmarcado por los picos San Millán y Otero tiene sus fuentes uno de los ríos más bellos y desconocidos de toda la provincia de Burgos: el de la Soledad. Su mismo nombre nos indica una apartada y solitaria ubicación que sólo se ve alterada por el paso de la numerosa fauna que habita en el entorno de sus riberas. Protegidos por un impresionante y maduro bosque de hayas, pululan ciervos, corzos, jabalíes, gatos monteses y lobos.

El río de la Soledad forma, junto a los ríos Barbadillo, la Secada, Matabecerros y Morales, la cabecera del río Pedroso. De este último curso de agua se puede hablar con propiedad desde el lugar conocido como Casa de la Sierra. Precisamente es en este aislado paraje en donde se inicia la ruta a pie que asciende hacia las fuente del río de la Soledad. Tras dejar atrás un pequeño refugio de montaña y salvar la cancela que impide el trafico a los vehículos a motor el amplio camino, siempre con el río Pedroso a su derecha, alcanza un puente por el que se cruzan las caudalosas aguas, tiene sus fuentes en la misma base del pico San Millán, del río Morales.
Sin hacer caso de la nueva pista de montaña que surge a mano izquierda, también se deja a la izquierda el conjunto de tenadas para las ovejas, el camino comienza un suave ascenso. Paralelo al curso de agua, que ahora se denomina río de la Secada, el cómodo camino se interna en una zona rocosa por la que el río desciende sombreado por el porte de las primeras y grandes hayas que aparecen en el recorrido. Si las umbrías de este estrecho valle fluvial por el que discurre el río de la Secada están cubiertas de un extenso y maduro bosque de hayas, las laderas orientadas al mediodía aparecen tapizadas por un espeso bosque de roble rebollo.
Nada más cruzar el río Matabecerros por un pontón de cemento aparece ante el caminante un conjunto paisajístico difícil de borrar de la memoria. Junto a las transparentes aguas del río de la Secada, convertido en esta zona en un caudaloso torrente de montaña, se alzan los centenarios troncos de unos impresionantes y maduros ejemplares de haya. Algunos investigadores han considerado a estas hayas burgalesas de la Demanda como una raza exclusiva de estas montañas y con unas características morfológicas y de crecimiento perfectamente adaptadas a los rigores climáticos que impone la aridez estival mediterránea.
El camino sale momentáneamente del bosque y se abre a una zona desde la que se dominan unas buenas perspectivas de los profundos valles fluviales que se excavan en las laderas meridionales del Otero, del Poborlaza, del Torruco Zarzabala, del Cabeza de la Piñuela, del Cabeza Águilez y del mismo pico de San Milán. Todos ellos superan o están muy cerca de los dos mil metros de altitud y forman parte del espinazo montañoso de la Sierra del San Millán. Después de cruzar un modesto regato se alcanza un cruce de caminos en el que no hay que hacer caso de la pista que asciende hacia la izquierda. El camino de la derecha continúa su marcha en paralelo al torrente para enseguida llegar a la altura de un nuevo puente de cemento que atraviesa el río Barbadillo. Justo a parir de este punto se puede hablar ya del río de la Soledad.
Muy pronto se pasa junto a otro pequeño refugio de montaña que se deja a mano izquierda. Siempre paralelo al río, el camino se interna en un bello paisaje de montaña en el que se alternan las praderas con los estrechos vallejos y con los umbríos hayedos que tapizan las inclinadas laderas. En la misma orilla del río de la Soledad se descubren unos grandes ejemplares de haya, algunos abedules, serbal de los cazadores y matas de acebo y tejo. Con un poco de atención es fácil descubrir en las riberas del río los rastros dejados por alguna de las nutrias que viven en la zona.
El camino se transforma poco a poco en un entrañable sendero alfombrado por una mullida capa de hierba y se introduce con decisión en el corazón del bosque maduro de hayas. Sendereando río arriba y envueltos en la mágica penumbra del bosque, los caminantes se verán sumergidos en una suave y evocadora atmósfera. Tras pasar por un aprisco en ruinas, el sendero se estrecha y cruza por primera vez el río de la Soledad. Se vuelve a vadear el río y en la otra orilla, prestando un poco de atención, se descubren los hitos montañeros —simples montones de piedras— que marcan la dirección correcta.
El camino efectúa un acusado ángulo y comienza a separarse del curso del torrente. La subida se hace más patente y rápidamente se comienza a ganar altura. Entre las ramas de las hayas es posible distinguir con claridad la silueta de la montaña más alta de la provincia: el pico San Millán. En esta zona el hayedo se hace más y más denso y en su interior encuentran seguro refugio un buen número de especies animales. Entre todas destacan las tres joyas faunísticas que están ligadas de forma ineludible a este tipo de bosque y que tienen en esta zona de la Demanda su límite más meridional de distribución a nivel del Paleártico: agateador norteño, carbonero palustre y lirón gris.
El camino deja enseguida un empinado ramal a mano izquierda y prosigue de frente por un camino de pendiente menos acusada. Siguiendo los hitos es sencillo alcanzar la zona en donde el bosque es sustituido por un espeso matorral de escobas. En este punto se puede dar por finalizada la ruta y regresar al punto de partida siguiendo el mismo camino.


De interés
Época recomendable: Primavera y Otoño.
Dificultad: Baja.
Distancia y tiempo: 8 kilómetros y tres horas y media.
Interés: Paisaje, bosque maduro de hayas y fauna.
Mapa topográfico 1:50.000: nº: 21–11.
CÓMO LLEGAR
Hay que salir de Burgos por la N-I con dirección a Madrid y, a la altura de Sarracín, desviarse por la carretera de Soria. Al llegar a Salas de los Infantes es preciso tomar la carretera C-113 que enfila hacia Nájera. Tras atravesar el estrecho desfiladero del río Pedroso se alcanza la localidad de Barbadillo de Herreros. A la salida de la misma, justo antes de cruzar un puente, hay que desviarse por la pista de montaña que por la derecha y tras recorrer seis kilómetros alcanza el punto en donde comienza la ruta a pie: Casa de la Sierra.