El Frontal, Regumiel de la Sierra (Burgos)

LOS IGUANODONTES DE REGUMIEL  

En el yacimiento El Frontal hay registradas 86 icnitas agrupadas en 8 rastros y marcas aisladas. La mayor parte de las huellas son iguanodóntidas, quizás pertenecientes a individuos de la misma especie, aunque falten evidencias de que se trasladaran en grupo o que pasaran en el mismo momento. Uno de los rastros se identifica como terópodo (carnívoro o carroñero) de pequeño tamaño, de andar bípedo y con huellas, estrechas, alargadas y con dedos esbeltos, de extremos afilados (garras)   Entre las huellas de iguanodóntidos sobresalen 2 rastros cuadrúpedos de “pies” tridáctilos, anchos, con dedos cortos y romos; las huellas de las “manos” son de forma ovalada. Algunos estudios han propuesto que estos dinosaurios poseían dos de sus dedos centrales unidos entre sí, y otro dedo quedaría separado de los anteriores. Los dedos laterales, incluido el “pulgar o espolón típico de los iguanodóntidos, no llegaría a tocar el suelo normalmente.  

 

UNOS DINOSAURIOS EXITOSOS  

Los Iguanodóntidos formaron un grupo de dinosaurios de tamaños entre 5 y 12 metros de longitud. Estuvieron extendidos por todo el planeta, y a principios del Cretácico (aproximadamente 140 millones de años atrás) fueron herbívoros dominantes en las faunas de dinosaurios. La columna vertebral se volvía rígida con la edad por la osificación de unos tendones que unían las vértebras entre sí. La estatua colocada en el yacimiento reconstruye un dinosaurio de este tipo. El pulgar transformado en un furte espolón de funciones defensivas era una de las características más llamativas de estos dinosaurios.  

RÍOS CRETÁCICOS  

Las rocas areniscas donde se conservan las huellas del yacimiento son abundantes en esta comarca; provienen de arenas depositadas hace unos 125 millones de años en los cauces y llanuras fluviales de grandes ríos. Los dinosaurios dispondrían aquí de agua y vegetación para beber y alimentarse, bajo un clima subtropical. En el barro arenoso de estos territorios fluviales dejaron impresas sus huellas para la posteridad.  

Durante el Cretácico inicial (hace 120 millones de años aproximadamente) la Tierra mostraba mares y océanos desarrollados de forma diferente a los actuales. La actual península ibérica era una isla rodeada por mares que la separaban del resto de Europa.